Sobre mis manías a la hora de leer

Buenos días a tod@s!!!!
Sé que no escribo mucho por aquí, para que me conozcais un poquito más os voy a contar mis manías como lectora.
Indagando y leyendo entradas de otros bloggers (así suena más cool) me topé con el blog de Núria, leí su entrada del tag/cadena sobre manías que tenemos los lectores y me pareció tan original que he decidido copiarla. Así, tal cual. Por los loles. Sin haber sido nominada por nadie.

Habiéndome ya justificado… ¡Al lío!

1. Para mí los libros son un tesoro y los cuido como tal. No soporto que se me ensucien, siempre me reviso las manos antes de tocar las páginas… Mucha gente lee comiendo y no le da importancia a que se marque un poco la página con una manchita de maquillaje, aceite o chocolate… Yo sí.

2. Nunca doblo las páginas, siempre uso puntos de libro o marca-páginas. Bueno, cuando no tengo punto de libro un poquiiiiiiiiito sí que doblo, pero muy poquito.

3. No me gusta dejar mis libros a la gente. Siento que dejo algo muy preciado mío y al no saber cómo los trataran me da miedo… Alguno he dejado, pero a personas de confianza y con ese “ay” en el corazón.

4. Si sé que tengo faena intento (y digo intento porque se me pasa por la cabeza muchas veces) no empezar un libro porque sé que le daré prioridad a éste.

5. Nunca dejo un libro a medias, si me lo leo lo tengo que leer entero, me guste o no.

6. Y no puedo empezar un libro mientras estoy leyendo otro.

7. Ni dejar de leer en mitad de un capítulo. Es decir, voy capítulo por capítulo, si estoy en mitad del capítulo 4 no me puedo ir a dormir sin haberlo acabado.

8. Odio subrayar los libros. Antes cuando me gustaba mucho mucho un fragmento o frase lo anotaba en una libreta y me apuntaba el número de la página en el que se encontraba. Luego empecé a subrayar alguno, cuando el libro era muy gordo, pero muy suave y con lápiz. Años más tarde encontré la maravilla de los post-its.

9. Si me gusta mucho un escritor indago sobre él e intento leerme la mayoría de sus libros.

10. Suelo guiarme mucho por el título. Si no me llama la atención… me cuesta.

11. No me gustan los libros de tapa dura, me parecen muy incómodos de leer. Prefiero los de bolsillo.

12. No soy muy partidaria a los libros electrónicos, me gusta leer en hojas de papel, poder tocarlas. De hecho, llevo un año decidiéndome en si comprar un eBook o no, y me tira más el no por esa razón. Pero la verdad es que debería hacer un pensamiento porque la librería empieza a estar un poco demasiado llena

¿Merece la pena seguir en Instagram? — Mi tocador

En muchas ocasiones he manifestado que Instagram es mi red social favorita, o mejor dicho, lo era porque cada día me decepciona más y a veces me llego a plantear si merece la pena seguir manteniendo algo que está logrando decepcionarme a pasos de gigante. Puede que alguna gente crea que soy una pesada, que […]

a través de ¿Merece la pena seguir en Instagram? — Mi tocador

Déjame salir, buenísima película

En los últimos años ha bastado mirar muchas nominaciones y premios de los Independent Spirit Awards y los Oscar para darse cuenta de que están cada vez más diluidas las fronteras que durante tiempo separaron dos mundos aparte –la fiesta grande y formal del cine de los grandes estudios y la más distendida del realizado fuera de ellos— . Una vez más, la tendencia se […]

a través de ‘Déjame salir’, mejor película en los Independent Spirit Awards — NEWS SANTANDER

La tecnología y su potencial blog

La tecnología y su potencial

Pocos discuten que la gestión de la información está generando una revolución tecnológica de dimensiones descomunales. No obstante, hay muchas discrepancias sobre la necesidad de regularla. El escándalo del filtrado masivo de datos de Facebook, los accidentes recientes de automóviles de conducción autónoma o los ataques de Trump a Amazon han reavivado la polémica.

Cuando los hermanos Lumière presentaron su cinematógrafo en 1895 muchos de los asistentes abandonaron la sala despavoridos al ver cómo una locomotora de tren se les acercaba desde la pantalla. Al inicio del siglo XX, con la producción en cadena de automóviles, se produjeron aparatosos accidentes. Ni una cosa ni la otra impidieron el extraordinario desarrollo del cine o la ubicuidad de la automoción. Pero muchas modificaciones tuvieron que producirse para que estas industrias avanzaran. Hoy hay mucho en juego, porque una decisión regulatoria en la dirección incorrecta puede lastrar de forma irreparable el desarrollo tecnológico en una jurisdicción o derivar en una pérdida de libertades y derechos de privacidad sin precedentes. No es cuestión de cuánta normativa se precisa sino de cuál es la adecuada. La respuesta no es simple. Es un gran desafío tecnológico de grandes proporciones económicas y sociales.

En el difícil equilibrio entre control de abusos y libertad innovadora, Europa anda algo desequilibrada. Llegó tarde ya hace dos décadas a la irrupción del emprendimiento digital y ahora se nota porque no hay bigtech alguna ni Silicon Valley identificable en el continente. Sin embargo, las autoridades europeas están siendo especialmente profusas en regular aquello que no se ha desarrollado en su territorio. Si se exceden, generarán un retraso aún más acusado. En Estados Unidos, la principal amenaza en la actualidad —más allá del castigo a Facebook o a Amazon— son las propuestas para reducir la neutralidad de Internet. En términos simples, se trata de hacer cada vez más pequeño el espacio de acceso libre a Internet para que los operadores más poderosos (desde la televisión por cable a cualquier otro contenido de alta gama) ocupen cada vez más el ancho de la autopista de la red, lo que hundiría ese precioso principio inspirador de que Internet es para todos. Toda una amenaza de mayor desigualdad.

Parece que la regulación es necesaria en un conjunto amplio de cuestiones que van desde la protección del menor hasta la excesiva acumulación de poder de mercado (en actividad publicitaria, por ejemplo) en algunas de las grandes bigtech. Hay tres posturas enfrentadas. La primera, los que opinan que ya contamos con reglas competitivas y de protección suficientes y lo que falta es el modo de aplicarlas de forma efectiva a estas empresas. La segunda, que la regulación es innecesaria porque, al contrario que otras industrias como la financiera, la tecnológica no tendría efectos desestabilizadores sistémicos. La tercera, que hace falta una normativa profusa y específica para estas empresas. Todas las alternativas tienen sus dificultades porque el digital es un nuevo mundo que no encaja en las reglas existentes, porque sí se están observando potenciales consecuencias sistémicas (electorales, por ejemplo) y porque puede acabar socavándose innovaciones beneficiosas socialmente.

Para seguir leyendo pincha aquí

https://elpais.com/economia/2018/04/02/actualidad/1522685802_920158.html